SITUACIONES...

SITUACIONES MUY CULINARIAS

Si bien el hecho de cocinar puede definirse por el gusto que tengamos por las ollas, los sartenes y demás utensillos. Sucede a veces que la suerte o nuestro estado de ánimo nos juega malas pasadas. Así se pueden suceder más o menos algunas, casi todas o si realmente el destino lo quiere o no te quiere mucho... todas estas situaciones:

1. Cocinas con ganas y todo sale bien... no hay mayores observaciones, comen, te adulan un poco, te solicitan la receta. Te pones de pie agradeces los aplausos. Todos felices.

2. Cocinas sin ganas y todo sale bien... ¡Qué suerte! Pasa lo mismo que en el punto 1. Pero vos ocultas las pocas ganas de cocinar que tenías.Te pones de pie y agradeces los aplausos. Todos felices, bueno menos vos que no dormís por tres semanas por culpa de ese condimento que se llama ... ¡CONCIENCIA!.

3. Terminas de sacar la bandeja lista para ser servida, huele bien... te sentís un individuo lleno de orgullo... trastabillas, tropezas y tu perfecto plato termina en el piso. Llantos y maldiciones a diestra y siniestra.

4. La presentación lo es todo, pero por designios del dios de la cocina ORBIUS o del santo patrono de las Ollas San Esssem, tu plato se parece mucho a algo que ya fue masticado y digerido... extrañamente sabe perfecto, pero nadie quiere probarlo.

5. Si está rico, tiene gusto a poco: el plato es de una excelencia pocas veces degustada en tu mesa, comenzas a servir y te das cuenta que lo que preparaste solo será muestra para cada comensal, menos de una cucharada. Los invitados preguntan obligatoriamente ¿Esta era la entrada no? ¿Algún número de comidas para llevar por aquí cerca?.

6. Hiciste poco... pero salió horrible: los invitados terminan de comer las diminutas porciones, agradecen no haberse muerto, intoxicado o perdido alguno de sus sentidos. Dicen ¡Buen provecho! y automáticamente se marchan. o responden jamas a otra de tus invitaciones a cenar, es más cambian sus números de celulares y sus nombres, el rostro y las direcciones.... algunos solo te dicen ¡No gracias!.

7. Haces mucho y salió medio fulerito: terminas de cocinar... El plato se ve dotado de una perfectitud única, das la probada final antes de llevarlo a la mesa y ... ¡UGHHHHHHHHHH! ¡AGHHHHHHHHHH! ¡PUAJJJJJJJ! Es un asco... ahora no sabes que hacer... tranquilo- pensas-... te arrojas por la ventana y corres... nunca más volves a casa.

8. Haces mucho y nadie come o no viene nadie: te quedas viendo la divina olla llena... comes lo que podés, le das a tu gato, al perro de los vecinos, al loro a unas palomas que se habían posado en tu balcón y catorce vagabundos. Aún así almorzas y cenas lo mismo por tres días.

9. Si tenes invitados se te pasó la sal o le falta gusto o se te cayeron los condimentos o te equivocaste y en vez de sal pusiste azúcar o un producto de limpieza: si te salió rico no decís nada. Si quedó feo... decís ¡Lo siento soy humano! no evitará que los enojados invitados te golpeen, arrojen platos y restos de tu horrendo plato, pero quizás por lo menos no te dañen en puntos vitales. La sinceridad vale.

10. La comida salió más horrible de lo que pensabas... sos sincero con los que supuestamente la iban a degustar: "Me sentía mal, no estaba de humor, me pasaron como 505 cosas muy feas, ustedes saben que el ánimo incide en la calidad de la comida y BUAAAAAA Snif snif sob". Los comprensivos invitados se ponen de pie, sigue un abrazo de grupo, todos lloran en coro y terminan en un restaurante comiendo pizzas y riendo felices como en esas publicidades de cerveza en las que todos son amigos.

¡Hasta la próxima y Buen provecho!